Hace poco, el representante especial del Departamento de Estado de Estados Unidos para la política sobre el Norte de Corea, Biegun, notificó por vía del tercer país la voluntad de sostener otras negociaciones RPDC-EE.UU. dentro de diciembre.
No entiendo por qué Biegun deja en el aire, por conducto de tercera persona, el llamado proyecto sobre las relaciones RPDC-EE.UU., en lugar de contactarse directa y francamente conmigo si tiene algún tema a plantear o algo que se le ocurre sobre el diálogo bilateral. Pues, soy yo su contraparte de negociaciones.
Su conducta nos pone más escépticos de EE.UU.
Tenemos la voluntad de sentarnos a conversar con EE.UU. en cualquier lugar y tiempo si es posible la solución del problema mediante las negociaciones.
Pero, no tenemos ganas de hacerlo si EE.UU. persigue el malsano objetivo de engatusarnos para pasar sin complicaciones el tiempo límite hasta el fin de este año, como lo hizo en las negociaciones de trabajo, efectuadas a principios de octubre pasado en Suecia.
Puesto que hemos aclarado a la parte norteamericana nuestras demandas y las prioridades, ahora le toca darnos la respuesta y la solución.
No habrá nunca la posibilidad de resolver el problema si EE.UU. piensa que podrá inducirnos a las negociaciones con los temas secundarios tales como la declaración del fin de guerra, que puede convertirse en un instante en papel mojado si se cambia la situación, y la apertura de la oficina de enlace, en lugar de presentar la solución fundamental para cancelar la política hostil que perjudica los derechos a la subsistencia y al desarrollo de nuestro país.
Si la parte norteamericana ha preparado la solución a presentarnos, podría simplemente explicárnosla directamente.
Pero, intuyo que EE.UU. no está preparado todavía para darnos la respuesta satisfactoria y su propuesta sobre el diálogo no pasa de ser una artimaña para ganar el tiempo orquestando el encuentro de ambas partes.
Quiero dejar en claro una vez más que no me interesa el diálogo de ese tipo.
